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El "día después" de Braian Toledo es para recibir todas las congratulaciones y los mensajes de aliento. Sobre todo, por un futuro que se anticipa muy grande como lanzador de jabalina. Pero él es uno de los más reflexivos: "Estoy muy contento con mi actuación. Ahora quiero descansar un poco y después comenzaré a trabajar para la temporada 2012, sobre todo pensando en el Mundial Juvenil de Barcelona". Y agrega: "Prefiero ir de a poco. Lo que vendrá... vendrá".
Su entrenador, Gustavo Osorio señala: "Hay que ir paso a paso, respetando los tiempos. Y trabajar en todo lo que hace al progreso de un atletas, desde su entrenamiento hasta su alimentación".
Además de arrasar con unos cuántos récords en el Estadio Telmex -con sus 79.53 m. alcanzó la medalla de bronce de Jabalina- y de convertirse en el más joven medallista individual del atletismo en estos Juegos Panamericanos, Toledo se metió en el historial de su especialidad a nivel continental.
UN REPASO
El primer campeón panamericano de jabalina fue un argentino (el "histórico" de nuestro país en esta disciplina). Se trataba de Ricardo Heber quien, en 1951 y en el estadio de River, envió el implemento a 68.08 metros, derrotando por un metro al entonces subcampeón olímpico, el estadounidense Stephen Seymour. Los otros argentinos también tuvieron allí una actuación destacada actuación, con el bronce de Horst Walter (66.33) y el cuarto puesto de Gerardo Mielke (64.94).
En los Juegos siguientes (México 1955), Heber logró la medalla de plata con 66.15 m. El triunfador fue el entonces recordman mundial Franklin Held (EE.UU.) con 69.77m. Held había sido el primer jabalinista en la historia en pasar la barrera de los 80 metros, alcanzando 80.41 en 1953 en Pasadena y llevando ese récord a 81.75 en vísperas de los Panamericanos. También era un innovador en la técnica de la especialidad, exhibiendo la primera "jabalina aerodinámica" diseñada por su propio hermano y que se popularizó como la Held.
Desde Heber hasta la llegada de Toledo, ningún otro argentino pudo subir al podio de jabalina, una especialidad acaparada en los Juegos por Estados Unidos -hilvanó siete títulos consecutivos- y en las últimas dos décadas, por los cubanos.
Muy pocos argentinos accedieron a la prueba de jabalina en el historial de los Juegos: Rafael Difonso (9° con 61.54) y Jan Barney (12° con 61.26) en Winnipeg 1967, Angel Ramón Garmendia (7° con 72.24) en Puerto Rico 1979, Mauricio Guillermo Silva (8° con 65.68 en Mar del Plata 1995) y Pablo Pietrobelli (6° con 70.62) en Rio de Janeiro 2007.
Como citábamos, los representantes norteamericanos fueron imbatibles hasta comienzos de la década del 80. El título de Held fue heredado por Buster Quist (70.50 en 1959), Alf Studney (75.60 en 1963), Frank Covelli (74.28 en 1967), Cary Feldman (81.52 en 1971), Samuel Colson (83.82 en 1975) y Duncan Atwood (84.16 en 1979). El canadiense Laszlo Babits frenó esa racha en Caracas 1983 con 81.40.
Tres años después, la IAAF estableció una importante modificación reglamentaria, cambiando el centro de gravedad de la jabalina y las marcas, desde entonces, bajaron, por mayor seguridad en los estadios. Por aquella época, el germano oriental Uwe Hohn había lleavdo el récord del mundo más allá de los 100 metros...
Con el nuevo implemento, Atwood recuperó su corona panamericana (78.68 en Indianápolis 1987). Pero después se iniciaría la cosecha cubana, prolongada hasta nuestros días. Ramón González venció como local con 79.12 en 1991 y Emeterio González sumó tres títulos consecutivos: 79.28 en Mar del Plata 1995, 77.46 en Winnipeg 1999 (donde el bronce quedó para el ex recordman mundial Tom Petranoff) y 81.72 en Santo Domingo 2003. Hace cuatro años, en Rio de Janeiro, lo heredó su compatriota Guillermo Martínez con 77.66. Es el mismo que se ha ubicado entre los mejores especialistas del mundo y que acaba de ganar en Guadalajara con un récord panamericano de 87.20 metros. Junto a él, en el podio, alguien más que una promesa, Braian Toledo. Por un lugar en la historia
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